De todas las fabulosas historias del Antiguo Testamento que jalonan las páginas de la Biblia, una de las más conocidas es la del Éxodo, que relata las vicisitudes y penurias que debió pasar el pueblo de Israel para escapar de la esclavitud en Egipto bajo la guía de Moisés, mientras el ejército y el faraón trataban inútilmente de alcanzarlos. Uno de los episodios más conocidos, gracias a películas como “Los Diez Mandamientos” y “Éxodo: Dioses y Reyes”, es, sin duda, el cruce del Mar Rojo, cuando Moisés, después de levantar su bastón, abre espectacularmente las aguas y forma con ella dos inmensos diques o murallas de agua para que los hebreos pudieran huir de sus implacables perseguidores, quienes a bordo de sus carros tirados por caballos perecerían irremediablemente luego que el mar comenzara a cerrarse sobre ellos.
Este extraordinario suceso es considerado por los israelitas como uno de los más importantes de toda su historia, ya que a partir de ese momento Israel habría comenzado a existir como pueblo. En Éxodo 14 la Biblia nos refiere textualmente que “los egipcios, los caballos y los carros del faraón, sus caballeros y su ejército” siguieron al pueblo judío que ya se había marchado de Egipto, y les dieron alcance en el lugar donde estaban acampados junto al Mar Rojo, frente a Baalsefón.
Luego que los aterrorizados israelitas vieran llegar al Faraón y su ejército, le dijeron a continuación a Moisés: “¿Es que no había sepulcros en Egipto, que nos has traído al desierto a morir? ¿Qué nos has hecho con sacarnos de Egipto? ¿No es acaso mejor servir a los egipcios que morir en el desierto?”. Moisés entonces les respondió: “No temáis, estad tranquilos y veréis la victoria que os dará Yavé, porque estos egipcios que ahora véis, ya nunca los volveréis a ver”.
A continuación Dios le dijo a Moisés: “¿Por qué clamas a mí? Diles a los hijos de Israel que se muevan. Tú alza tu cayado, extiende la mano sobre el mar, y divídelo para que los hijos de Israel pasen por medio del mar en seco”.
La Biblia en Éxodo 14, 19, nos cuenta entonces que “entonces el ángel de Dios que iba delante de las huestes de Israel se puso en movimiento y se colocó delante de ellos. Se puso igualmente en movimiento la columna de nube, que también fue a situarse delante de ellos, interponiéndose en el campo de los egipcios y el campo de Israel. Había sombra y oscuridad; así pasó la noche sin que aquellos se acercaran a los israelitas. Moisés extendió después su mano sobre el mar y Yavé, por medio de un recio viento solano, empujo al mar, dejándolo seco y dividiendo las aguas. Los hijos de Israel penetraron en medio del mar en seco, mientras las aguas formaban como una muralla a ambos lados. Los egipcios se lanzaron tras ellos. Toda la caballería del faraón, sus carros y caballeros entraron tras ellos en medio del mar. A la vigilia matutina miró Yavé desde la columna de fuego y de nube a las huestes egipcias y las desbarató. Frenó las ruedas de los carros, haciéndolos avanzar pesadamente. Entonces los egipcios se dijeron: “Huyamos ante Israel, porque Yavé combate por ellos contra los egipcios”. y Yavé dijo a Moisés: “Extiende tu mano sobre el mar para que las aguas se vuelquen sobre los egipcios, sobre sus carros y caballeros”. Moisés extendió su mano sobre el mar, y al amanecer volvió el mar a su estado normal, mientras los egipcios en su huida topaban con él”.
La Biblia, finalmente, relata que “las aguas, al juntarse, cubrieron carros y caballeros y a todo el ejército del faraón que había entrado en seguimiento de los hijos de Israel. No escapó ni uno solo… Así salvó Yavé aquel día a Israel de manos de los egipcios, e Israel vio a los egipcios muertos en la orilla del mar.”
Las pruebas científicas del Cruce del Mar Rojo
Este milagroso suceso, que para muchos escépticos es sólo una especie de alegoría religiosa, habría ocurrido realmente. Así al menos lo cree el arqueólogo y profesor de hebreo antiguo Michael Rood, profesor de hebreo antiguo y arqueólogo, que usando cámaras robóticas submarinas en el golfo de Aqaba (también conocido como “Yam Soph”) hizo unas increíbles grabaciones en vídeo de los yacimientos subacuáticos históricamente identificados como el punto de cruce donde Moisés cruzó con los israelitas, en un lugar que parece un gran campo de batalla, pues allí fueron hallados restos de un ejército incrustado en el fondo del mar. Allí, precisamente, se hallaron formaciones de coral que se asemejan a las ruedas de los carros egipcios, huesos humanos y otras evidencias que menciona el Antiguo Testamento.
“Los ateos han despreciado la mera mención de este hecho y los expertos dicen que los sitios tradicionales se equivocan. Sin embargo, hemos encontrado evidencia científica y arqueológica que se han conservado en los corales y piedras que prueban que Moisés e Israel sí cruzaron el Mar Rojo”, dijo Rood, quien estimó que unos 20 mil carros fueron destruidos ese día, según algunas formaciones de coral que se han encontrado hasta el día de hoy, Además aseguró que se encontraron cuatro ruedas, de seis u ocho rayos, que según los análisis habrían pertenecido a la 18 ª dinastía egipcia, es decir, se remontarían al año 1.446 A.C., cuando se cree que el Éxodo se produjo.
Otro equipo científico que se encontraba en el mismo Mar Rojo buscando barcos antiguos y artefactos relacionados con la Edad de Piedra y el comercio de la Edad del Bronce, a 1,5 km de la costa de la ciudad moderna Ras Gharib, también corroboró la historia bíblica, pues se tropezaron con restos de un gran ejército egipcio del siglo 14 antes de Cristo, en una gigantesca masa de huesos humanos ennegrecidos por los años de inmersión.
Los científicos, dirigidos por el profesor Abdel Muhammad Gader, de la Facultad de Arqueología de la Universidad de El Cairo, recuperaron más de 400 esqueletos, así como cientos de armas y piezas de armadura, y también los restos de dos carros, en un área de aproximadamente 200 metros cuadrados. Los expertos estimaron en más de 5 mil los esqueletos que podrían dispersarse sobre un área mayor, lo que sugiere que un gran ejército pereció en el lugar. En el lugar se encontró también la hoja de un khopesh egipcia (un sable egipcio), cerca de los restos de un coche de guerra ricamente decorado, lo que sugiere que podría haber pertenecido a un príncipe o noble.
Arma egipcia encontrada en el fondo del Mar Rojo, al lado de los restos de un carro perteneciente a un noble egipcio.
“Los esqueletos parecían haber muerto en la tierra seca, ya que no hay el más mínimo rastro de barcos o buques en la zona. Las posiciones de los cuerpos y el hecho de que fueron detenidos en una gran cantidad de arcilla y roca, implica que podrían haber muerto debido a un deslizamiento de tierra o una gigantesca onda de marea”, explicó Gader, quien agregó que el número de cuerpos sugiere que un gran ejército antiguo pereció en ese sitio en forma dramática, lo que parece corroborar la versión bíblica del cruce del Mar Rojo. Este descubrimiento, según los científicos, probaría que efectivamente un gran ejército egipcio murió ahogado en las aguas del Mar Rojo durante el siglo 14 A.C.
El viento puede separar las aguas
Durante siglos la famosa historia bíblica del “cruce de Moisés y el pueblo de Israel en el Mar Rojo” fue desacreditada por la mayoría de los estudiosos y historiadores, quienes aseguraron que el famoso milagro de Moisés abriendo las aguas con su cayado era un hecho más simbólico que histórico. Sin embargo, recientemente un equipo del Centro Nacional de Investigación Atmosférica (NCAR) y de la Universidad de Colorado, en Estados Unidos, realizando simulaciones de ordenador, en un estudio sobre cómo los vientos afectaban a las aguas, demostraron que el viento efectivamente podía empujar y hacer retroceder el agua. “Las simulaciones encajan de forma bastante cercana con el relato en el Éxodo. La separación de las aguas puede entenderse mediante la dinámica de fluidos. Los vientos mueven el agua de una forma acorde a las leyes de la física, creando un pasaje seguro con agua a ambos lados y permitiendo luego volver al agua de forma abrupta”, explicó Carl Drews, de NCAR.
Drews agregó que realizando un experimento en un terreno en forma de ‘U’ en el río Nilo y una laguna poco profunda a lo largo de la costa, se demostró que un viento de 101 kilómetros por hora, soplando de forma continua durante 12 horas, pudo hacer retroceder las aguas de varios metros de profundidad. “Este puente de tierra mide unos 3 kilómetros de largo y 5 kilómetros de ancho, y permanece abierto durante 4 horas. Las personas siempre se han fascinado por esta historia del Éxodo, preguntándose si proviene de hechos históricos. Lo que muestra nuestro estudio es que la descripción de las aguas separadas sí tiene una base en las leyes físicas“.