Abandonado al borde de la carretera, el cachorro tembloroso espera su destino. De repente, una mano cálida se extiende hacia él. ¿Podría ser esta una chispa de esperanza? bd

El pequeño bulto de pelaje temblaba sin cesar, acurrucado contra el frío asfalto. Cada coche que pasaba era un rugido monstruoso, una ráfaga de viento que le erizaba el poco pelo que tenía.

Sus ojos, dos pozos oscuros de miedo y tristeza, miraban fijamente al vacío, sin entender la crueldad del mundo que le había abandonado allí, al borde de la nada.

Un triste día, un cachorro se quedó solo en una calle muy transitada.

Su situación era aterradora, pero gracias a personas bondadosas, se le dio otra oportunidad.

Busco ayuda urgentemente

 

Un día, una amable mujer, Cathleen, vio un cachorro al borde de la carretera.

Parecía asustado y perdido. El corazón de Cathleen se compadeció del pequeño cachorro y supo que tenía que ayudarle.

Detuvo el coche y se acercó tranquilamente al perro.

Puso cara de alivio al darse cuenta de lo que pasaba. Por fin tenía a alguien que se preocupaba por él.

Un nuevo comienzo

Cathleen decidió llevarse el cachorro a casa, donde estaría calentito y sería querido.

En casa, Cathleen se dio cuenta de que el cachorro tenía pulgas y gusanos. Supo que necesitaba ayuda de inmediato.

Como la clínica veterinaria estaba cerrada, Cathleen tomó cartas en el asunto.

Le dio comida y golosinas mientras esperaba a que abrieran la clínica.

La mujer decidió quitarle las pulgas y desparasitar al cachorro ella misma, lo que le llevó algún tiempo.

Al día siguiente, visitaron la clínica veterinaria para ver si se encontraba bien.

Comprobaron que gozaba de buena salud y no tenía problemas graves.

También observaron que sólo tenía un mes.

Es terrible imaginar por lo que pasó en tan poco tiempo, pero nunca volverá a ocurrir.

Cuando llegaron a casa, Cathleen decidió ayudar a cepillar suavemente su pelaje para quitarle la hierba que tenía pegada.

Tras afeitarse con éxito, tenía mucho mejor aspecto.

La mujer decidió llamarle Milo.

Era un cachorro precioso que sólo quería la oportunidad de ser querido, y eso se lo dio su maravillosa rescatadora.

Una familia cariñosa

Los otros perros de Cathleen acogieron a Milo con los brazos abiertos. Se convirtieron en sus hermanos, jugaban y se acurrucaban juntos.

Incluso la gata de Cathleen, Isabel, no pudo resistirse al encanto de Milo y acabó uniéndose a la diversión.

Un futuro brillante

Con el paso de los días, el tímido comportamiento de Milo se desvaneció y dio paso a la alegría y el juego.

Era un cachorro valiente que aguantaba las vacunas y el cepillado moviendo la cola.

A pesar del amor que Cathleen sentía por Milo, sabía que necesitaba una familia propia.

Gracias a la dedicación de Cathleen, Milo pronto encontró un hogar cariñoso donde sería apreciado para siempre.

Gracias a su increíble dedicación, pudieron encontrar un hogar maravilloso y definitivo para este dulce cachorrito.