El rescate de tres perros hambrientos en la casa: la escena inicial fue que los perros estaban flacos y muy desnutridos. bd

Mientras caminaba por una calle en Tampa, Florida, una mujer llamada Debbie Goldsberry notó una visión peculiar en la ventana de una casa: un perro frágil y de aspecto enfermizo. Desde la calle notó que el perro estaba demacrado y parecía gravemente desnutrido. Profundamente preocupada, ella inmediatamente se comunicó con el control de animales para informar la situación.

Los oficiales de control de animales respondieron a su llamada y entraron a la casa, solo para descubrir no uno sino tres perros en un terrible estado de inanición. Trágicamente, dos de los perros sucumbieron a su grave estado poco después de ser rescatados. El tercer perro, un caniche de nueve años que pasó a ser conocido como Beni, apenas se aferraba a la vida.

Beni, el caniche demacrado, fue llevado a un refugio local, donde el personal hizo todo lo posible para cuidarlo. Sin embargo, su condición era nada menos que horrible. Además de estar gravemente desnutrido, le diagnosticaron diabetes, tenía un tumor en el pie, padecía una grave infección en la piel y había perdido la mayor parte de su pelaje.

 

Debido a la gravedad de sus problemas de salud, a Beni se le programó la eutanasia en el refugio. Antes de que esto pudiera suceder, se envió un correo electrónico sobre Beni, que finalmente llegó a la bandeja de entrada de Debbie Goldsberry.

Goldsberry, fundadora de 100+ Abandoned Dogs of Everglades Florida (un santuario para perros rescatados), sabía que la única posibilidad de supervivencia de Beni era tenerlo bajo su cuidado. Decidida a salvarle la vida, reunió voluntarios y organizó su transporte a su santuario, que estaba dos horas al sur de su ubicación.

El estado de Beni era extremadamente crítico y tenía dificultades para comer o incluso tragar alimentos. Su cuerpo no podía procesar los alimentos. Pero a pesar de estas sombrías circunstancias, Beni sorprendió a todos al mostrar resiliencia y determinación.

Después de cuidados veterinarios intensivos, Beni fue recibido en el santuario Goldsberry, uniéndose a otros 26 perros rescatados. Su camino hacia la recuperación fue desafiante y su salud requirió una estrecha vigilancia.

Beni enfrentó numerosos obstáculos, entre ellos dificultades para ingerir alimentos y aversión al agua, a pesar de la sed típica de los diabéticos. Sin embargo, cada día pasado en el santuario marcó una mejora gradual en la condición de Beni.

Bajo el cuidado dedicado y la atenta mirada de Debbie Goldsberry, Beni continuó su viaje hacia la recuperación, demostrando que incluso en las circunstancias más extremas, la resistencia y el espíritu de un perro pueden triunfar.