Las ruinas de Sanxingdui, descubiertas en los años 20 del siglo pasado, son consideradas uno de los grandes hallazgos arqueológicos de esta era.
Las últimas excavaciones desarrolladas en el yacimiento de Sanxingdui, en el suroeste de China, han revelado un sinfín de tesoros arqueológicos que permitirán profundizar en el conocimiento sobre el enigmático Reino Shu, que se remonta entre 4.500 y 3.000 años atrás.
Objetos de metales preciosos como oro y jade, además de diez piezas de bronce “únicas”, son algunos de los hallazgos de un equipo de arqueólogos formado por expertos de instituciones y universidades de Sichuan y Pekín que trabajan en seis “fosas de sacrificio” de este lugar desde hace dos años, según la agencia oficial Xinhua.
Los nuevos descubrimientos elevan el número de hallazgos del proyecto a casi 13.000, entre ellos figuras, campanas y una ornamentada caja de bronce con un objeto de jade verde en su interior y cuyas asas tienen forma de cabeza de dragón.
“No es una exageración afirmar que la vasija es única debido a su forma, la delicadeza de su artesanía y su ingenioso diseño. Aunque no sabemos para qué se usaba, podemos dar por hecho que era un objeto muy valorado”, afirmó Li Haichao, profesor de la Universidad de Sichuan.
En otra de las fosas los arqueólogos desenterraron cabezas de bronce con máscaras de oro, una escultura de bronce con cabeza humana y cuerpo de serpiente, un altar de bronce y otras criaturas míticas hechas de ese material, como un dragón con nariz de cerdo.
“Mundo de fantasía”
Según el profesor de la Universidad de Pekín Zhao Hao, otro de los miembros del equipo, “las esculturas son muy complejas e imaginativas, lo que refleja el mundo de fantasía que imaginaban aquellas personas y demuestra la diversidad y riqueza de la civilización china”.
En las profundidades de Sanxingdui, una enigmática y antigua civilización china, los arqueólogos descubrieron en las cercanías de las fosas intrigantes evidencias de prácticas pasadas. Entre los hallazgos se incluyen delicadas capas de cenizas que podrían ser residuos de rituales antiguos, los cimientos deteriorados de lo que una vez fueron estructuras robustas, y vestigios culturales que narran la vida cotidiana y espiritual de sus habitantes. Entre estos restos se encontraron fragmentos de bambú y soja, que sugieren una agricultura desarrollada, y juncos que quizás fueron utilizados en la fabricación de esteras o cestas. Además, los huesos de ganado y jabalíes hallados en el sitio apuntan a que estos animales podrían haber sido sacrificados como ofrendas, reflejando posibles rituales de agradecimiento o peticiones a deidades.
Las ruinas de Sanxingdui, que emergieron a la luz pública por primera vez en los años 20 del siglo XX, han sido catalogadas como uno de los descubrimientos arqueológicos más significativos de la era moderna. Este sitio se extiende a lo largo de doce kilómetros cuadrados en la fértil cuenca del río Yangtze y ofrece una ventana invaluable a una civilización que, a pesar de su antigüedad, demostró tener una complejidad y sofisticación notables. Su estudio continúa revelando sorprendentes aspectos sobre los modos de vida, las creencias y las estructuras sociales de aquellos que habitaron este lugar hace miles